Julio de 2001.- Edición Electrónica de Palabra Socialista
4 x 7....28:
LA POLÍTICA FRENTE AL GOLPE Y LA HUELGA GENERAL DEL 73; un balance a fondo.
por Anahir Bravo
El 27 de junio, a 28 años de la Huelga General del 73 contra el Golpe de estado, miles y miles de trabajadores y jóvenes movilizados demostraron que sólo con movilización podrá avanzarse para imponer la justicia y castigar a los culpables de hechos siniestros que vivió y sigue sufriendo los explotados del país. Y en esa manifestación se siguió gritando “son todos responsables los milicos del proceso”. Ya nadie niega la coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur a través de la Operación Condor y no se dejará de pelear por el juicio y el castigo de los responsables de muertes, desapariciones, torturas ...
Sin embargo, aún no se ha hecho un balance colectivo del acontecimiento que durante quince días mantuvo en jaque a los militares en el Uruguay . Muchos de los protagonistas de los hechos, fundamentalmente dirigentes sindicales y políticos, no aportan a ese balance porque se trataría de asumir responsabilidades sobre las consecuencias de las políticas de conciliación de clases que defendieron y aún defienden.
Después de la huelga, los sindicatos de FUNSA, FUS Y FOEB presentaron un balance que sigue siendo un aporte importante y hace hincapié fundamentalmente en los métodos de la dirección de la CNT de entonces. En abril-mayo de 1974 el compañero Pablo Ramírez de nuestra corriente internacional, publicó en la revista de América N° 13 un balance esencialmente político de la huelga y lo tituló: “Quince días que conmovieron al Uruguay”. Y realmente fue así.
Analizar la Huelga General y las políticas ante el Golpe de Estado es una tarea insoslayable pues su importancia es infinitamente superior a la mejor huelga que haya realizado sindicato alguno. El balance cobra mayor importancia porque las nuevas generaciones necesitan conocer los hechos y las políticas que se jugaron entonces para estar mejor armados para las nuevas luchas, descartando de raíz las prácticas y las orientaciones que pueden llevar a nuevos desastres.
Para sorpresa de muchos e indignación de otros, a 28 años del Golpe de Estado y dela Huelga general...¡¡ a 28 años !! y muy suelto de cuerpo, el General Seregni reconoció en Radio Libre que la actitud de apoyar los Comunicados 4 y 7 había sido un “error político”. Y también en la Junta Departamental se debatió sobre el tema el 5 de julio. Con mayoría frenteamplista, sin embargo, los ediles de los partidos tradicionales se pudieron dar el lujo...después de 28 años!, de criticar a la izquierda por el respaldo a los comunicados 4 y 7. Obviamente que no dijeron nada acerca de que sus partidos fueron co – responsables del Golpe y de la más siniestra dictadura que sufrió el pueblo uruguayo. Pero lo lamentable es que se oyó una sola voz de los ediles del Frente para referirse al tema: un edil del Partido Socialista se animó a reconocer que el respaldo a los comunicados fue “un grave error” y para rematar agregó que “comparado con otros no fue lo más terrible”!!! ¿¿Y cuáles fueron esos “errores” más terribles?? Quizás tengamos que hacer cuentas
y 4 x 7 no nos alcance y tengamos que multiplicar por 28...
¿ Acaso es suficiente que el general Seregni diga que fue un “error político” o que un edil del Partido Socialista –uno de los partidos mayoritarios del FA junto al Partido Comunista,- reconozca que fue un “grave error” haber apoyado las declaraciones de los personeros del PRE – GOLPE que llevó a la dictadura y puso en jaque mate a la clase trabajadora, a sus hombres, mujeres y niños? ¡¡NO, NO BASTA!! Deberían asumir toda la responsabilidad que les corresponde.
EL PRE - GOLPE DE ESTADO
En medio de una lucha creciente de los estudiantes y los trabajadores de este país desde fines de los años 60, los políticos fueron concediendo más y más atribuciones a los militares para reprimir las manifestaciones de lucha. Mientras los de abajo daban todo, los dirigentes del Partido Comunista y la mayoría del Frente Amplio nunca reconocían la fuerza suficiente a esa lucha para plantearse unificarla y enfrentarse al gobierno y al poder burgués. Para ellos se trataba de defender una política que iba en contra del proceso revolucionario abierto.
En octubre del 72 las fuerzas armadas lanzan sus críticas contra los “ilícitos económicos” de los políticos para justificar el golpe que se preparaba. Los partidos de izquierda comenzaban a sentirse identificados con esas críticas y apostar a su “acción moralizante”. Es bueno recordar que hubo algunas alertas dignas de destacar con respecto a esta actitud. Desde el semanario Marcha, Carlos Quijano decía: “No debemos caer en el trágico error de solazarnos cuando la máquina empieza a devorar a quienes la pusieron en marcha y en el no menos trágico error de creer que los enemigos de nuestros enemigos, por el solo hecho de serlo, lavan sus culpas y son nuestros amigos.” “De lo que se trata pura y simplemente, es que el poder militar no sustituya el poder civil”.
En febrero del 73 comienza el golpe del Estado con un pre-golpe que en la mayoría de los partidos de izquierda no se quiso reconocer. La negativa a aceptar la designación del gobierno del General Francese como Ministro de defensa por parte del ejército y la fuerza aérea fue el detonante. Al llamado del presidente Bordaberry a defender la instituciones no responde la población porque no era precisamente el más indicado, en medio de la confusión reinante, para recibir un apoyo que podía aparecer como un aval a su gestión. La Marina responde ocupando la Ciudad Vieja el 9 de febrero cuando las otras fuerzas lanzan los comunicados 4 y 7 firmados por el General Chiappe Posse y el Brigadier Pérez Caldas. Su contenido declarativo y siniestro hacía hincapié en terminar con la corrupción de los políticos, la deuda externa y la desocupación, así como la de incentivar la producción, con el objetivo de ganarse a la población.
Pero, para quien quisiera oír, las fuerzas no dejaban dudas acerca de sus intenciones cuando aclaran que su objetivo era “consolidar los ideales democrático-republicanos en el seno de toda la población como forma de evitar la infiltración y captación de adeptos a las doctrinas y filosofías marxistas – leninistas, incompatibles con nuestro tradicional estilo de vida”.
Mientras, el presidente Bordaberry claudicaba ante los militares en la Base de Boiso Lanza de la Fuerza Aérea – no por casualidad en ella- firmando un pacto que le da todo el poder institucionalizado a la acción de las FFAA. Se constituyó el COSENA (Consejo de seguridad Nacional) integrado por el presidente, ministros y comandantes y el Jefe del Estado Mayor Conjunto, en aquel momento el General Gregorio Álvarez.
El inicio del Golpe cívico militar se había concretado, incluso con la presencia del “Goyo” tan “amigablemente” llamado así también por los partidos de izquierda y sus dirigentes sindicales y políticos. Desde la dirección de la central obrera se concretaban reuniones con los militares para ver las coincidencias confiando en los “militares progresistas” o “peruanistas” haciendo alusión al General Velasco Alvarado del Perú. Aunque las FFAA aclaraban rotundamente sus objetivos: “los caminos preconizados por ambas instituciones son irreconciliables, ya que mientras la CNT recurre para lograr sus conquistas al arbitrio de paros y huelgas....las FFAA se empeñaron para sus fines, en forjar la comunidad de todos los orientales en el trabajo, sacrificio y honestidad”.
Pero desde la izquierda, el general Seregni decía en un acto el mismo día 9 de febrero: “...entendemos que el Sr. Bordaberry debería renunciar...La presencia del Sr. Bordaberry entorpece las posibilidades de diálogo..Solamente a partir de ese diálogo restablecido es viable la interacción fecunda entre pueblo, gobierno y Fuerzas Armadas...Por eso, militancia y dirigencia del Frente Amplio están prontas a conceder su apoyo político a todas las instancias políticas, económicas y sociales que vayan en defensa de la causa popular”.
Y desde el periódico El Popular del 11 de febrero, el Partido Comunista destacaba lo que consideraba las “ventajas” y los “errores” de los comunicados de las FFAA, “aconsejando” a los trabajadores a “comprenderlos”: “Nosotros hemos dicho que el problema no es entre poder civil y poder militar; que la divisoria es entre la oligarquía y el pueblo, y dentro de este caben indudablemente todos los militares patriotas que estén con la causa del pueblo para terminar con la rosca oligárquica” Y se preguntan y responden: “¿Por qué nos parece, en general, positivo el documento de las fuerzas armadas...? Porque nos plantea la preservación de la soberanía...muy especialmente, la de su más absoluta libertad de decisión, tanto referido a los asuntos internos como a los problemas de relaciones internacionales”. “Porque expresa la necesidad de atacar con la mayor decisión y energía los ilícitos de carácter económico y la corrupción”, “porque plantea la distribución de la tierra”. “Porque se pronuncia por disposiciones que permiten combatir lo más eficazmente como sea posible los monopolios”...”la elevación general del nivel de vida de los trabajadores”... “la necesidad de eliminar la deuda externa opresiva”.
Y frente a la “amenaza” del comunicado, el editorial de El Popular sólo se le ocurre decir: “Se trata de un evidente error, que incluso se contradice con el resto del documento y que podría llevar a confusión a una gran parte de los trabajadores”. “Este error, sin minimizarlo, no invalida el concepto general que tenemos del documento y estamos seguros que la conciencia de la clase trabajadora hará posible que por encima del error, avance la comprensión mutua entre los trabajadores y las Fuerzas Armadas”.
Los luchadores comunistas y del Frente Amplio que sufrieron las consecuencias de este primer paso del Golpe de Estado no puedan más que indignarse frente a tal alto aval a los verdugos y tan baja consideración de la conciencia de la clase trabajadora que tanto luchó para impedir su consolidación desde el 27 de junio. El proyecto de Ley de estado peligroso enviado en Marzo al parlamento, el pedido de desafuero del Senador Erro en abril – que al votarse en forma negativa se transformó en juicio político- fueron las excusas para la disolución de las cámaras y la implantación del Consejo de Estado. El Golpe cívico – militar comenzaba la década infame.
LA HUELGA GENERAL DEL 73: “Quince días que conmovieron al Uruguay"
“A las 5 de la mañana se conoció el decreto por el que se disolvió el parlamento. En las fábricas los obreros del turno de las 6 comenzaron a discutir qué hacer. Con esa unanimidad colectiva que sólo es posible en los grandes momentos históricos, los trabajadores de una y otra fábrica fueron llegando a una conclusión: tomar la planta en contra del golpe reaccionario. Unánimemente la clase obrera fue ocupando el país mientras sus dirigentes se preguntaban qué hacer (...) A las 11 de la mañana se continuaba aguardando la decisión oficial de la CNT y se esperaba con ansiedad lo que dir{ia la central obrera, pero se esperaba anticipándose a su decisión y colocándola en una situación de hecho: la huelga general con ocupación de fábricas ya había comenzado. La resolución de la central lo que debía hacer era corroborar lo que los trabajadores ya habían realizado. Y la declaración vino. Los cabildeos y reuniones de la dirección cenetista con los militares no había surtido efecto: apostaba ahora a la huelga para presionar al contragolpe “peruanista”. Por la tarde la ocupación se extendió como reguero de pólvora a todo el país. Bancos y Hospitales, oficinas públicas y transporte, todo fue tomado por los trabajadores. La clase obrera había abierto el camino y la resolución de la CNT había facilitado la generalización de la huelga. Los 15 días que conmovieron al Uruguay comenzaban. El ejército y los trabajadores se enfrentarían en una batalla decisiva. Los primeros con unidad de mando y objetivos claros, la clase obrera acaudillando a todos los sectores de la población, pero con una dirección que fue incapaz de conducir la huelga y que colocó toda su potencia al servicio de presionar la intervención de los famosos militares “nacionalistas””. (Pablo Ramírez en Revista de América N° 13 abril-mayo de 1974.)
Los trabajadores demostraron una gran capacidad de lucha y de sacrificio. Sin dirección ni directivas claras, se aguantaron a pie firme los desalojos y la represión para volver a ocupar no bien se iban los militares. Teniendo claro que la huelga era para tirar abajo la dictadura – lo que no le decía la dirección – llegaron, como en Alpargatas a ocupar la fábrica hasta ocho veces y continuaron en Cervecerías, cuando el ejército se instaló en la planta.
La huelga sin embargo se mantuvo a la defensiva, puertas adentro, estudiantes por un lado, trabajadores por el otro, sin impulsar organismos amplios integrando a los vecinos que se acercaban a las puertas de las fábricas porque la orden de la dirección de la CNT era que no lo hicieran. A pesar de que la población masivamente rodeó, por ejemplo la planta de ANCAP, enfrentando a la represión para impedir el desalojo. Y más mucho más. El objetivo que se “divulgaba” desde arriba era esperar a la Marina. A la intervención del “Goyo” o los hermanos Zubbía, a los que seguían llamando “progresistas”.
Cuando la desmoralización se impone en importantes sectores y otros son obligados por la represión a volver al trabajo, ahí sí, la dirección llama a ganar las calles en forma “pacífica”. La represión fue violenta aunque no todo lo que podía la dictadura impuesta. Eran decenas de miles de trabajadores inermes, bastaron muchos gases y pocos tiros. Las “chanchitas” llenas de luchadores anónimos y algunas figuras públicas, como el General Seregni, amigo de los “peruanistas”, cayeron presos por años. Y los militares durante diez años pudieron usar las posibilidades de represión en forma selectiva y planificada por etapas no dejando sector sin atacar. Uno de cada tres uruguayos conoció la cárcel, la tortura y el exilio...
Debemos seguir sacando conclusiones de este gran acontecimiento protagonizado por la clase obrera uruguaya: para aprender de las experiencias de lucha y sobre todo para sacar conclusiones de lo nefasto que puede significar la aplicación de una política de conciliación de clases y de apoyo a generales supuestamente “progresistas”. Las responsabilidades están a la vista, aunque dirigentes y partidos que jugaron un rol dirigentes jamás hayan rendido cuentas y no quieran asumirlas, sencillamente porque hoy, como ayer esa política adquiere nuevas formas. Los explotados y oprimidos de este país no podemos depositar ni un ápice de confianza en ella ni en las organizaciones que la sostienen.
Yo Firmo
Hace 17 años