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viernes, 30 de octubre de 2009

AGUA Y PALESTINA

SEDIENTOS DE JUSTICIA
RESTRICCIÓN DEL ACCESO
DE LA POBLACIÓN PALESTINA
AL AGUA




EL AGUA ES UN DERECHO HUMANO
© Amnistía Internacional
Amnistía Internacional, octubre de 2009 Índice: MDE 15/028/2009


EL AGUA ES UN DERECHO HUMANO


Las políticas discriminatorias de Israel en los TPO son la causa fundamental de la
sorprendente disparidad del acceso al agua entre palestinos e israelíes. El consumo
palestino de agua rara vez alcanza los 70 litros diarios por persona, volumen muy por
debajo del mínimo diario de 100 litros per cápita recomendado por la Organización
Mundial de la Salud (OMS). En contraste, el consumo diario per cápita israelí es cuatro
veces superior.
La desigualdad es aún más pronunciada entre las comunidades palestinas y los
asentamientos israelíes ilegales, establecidos en los TPO violando el derecho internacional.
Las piscinas, las extensiones de césped bien regado y las grandes fincas de regadío
israelíes destacan considerablemente al lado de pueblos palestinos a cuyos habitantes les
cuesta incluso satisfacer sus necesidades esenciales de agua para consumo
doméstico. Hay zonas de Cisjordania donde los colonos israelíes utilizan hasta 20 veces
más agua per cápita que sus vecinos de comunidades palestinas, que sobreviven con
unos escasos 20 litros de agua per cápita diarios, la cantidad mínima recomendada
por la OMS para respuesta a situaciones de emergencia.
El control y la restricción por parte de Israel del acceso de la población palestina al agua
en los TPO llegan hasta tal punto que el que tiene ni cubre sus necesidades ni constituye
una distribución justa de los recursos hídricos compartidos. Israel utiliza el 80 por
ciento o más del agua del acuífero de l a montaña, único recurso hídrico que les
queda a los palestinos y que se renueva asi por completo con las lluvias que caen sobre
Cisjordania. Israel se ha apropiado totalmente de lo que le correspondía a los
palestinos del suministro del Jordán, y tiene otros recursos hídricos que no comparte con
ellos.
Entre 180.000 y 200.000 palestinos de las zonas rurales de la Cisjordania ocupada no
tienen acceso a agua corriente. Incluso en las ciudades y pueblos conectados a la red de
suministro de agua, a menudo las cañerías están secas. El racionamiento de agua es
especialmente habitual durante los meses veraniegos. En muchos lugares, los
palestinos reciben agua sólo un día a la semana o cada varias semanas, y en algunos
cada varios meses. Cuando las cañerías están secas, los palestinos deben comprar el
agua de camiones cisterna, cuyo precio es mucho más alto. Muchas comunidades no
conectadas a la red de suministro de agua deben desplazarse kilómetros para buscar un
agua cara y a menudo de dudosa calidad.
El impacto de la escasez de agua y los malos servicios de saneamiento de los TPO suele
hacerse sentir casi siempre en las comunidades más vulnerables: las que viven
en zonas rurales aisladas y en campos de refugiados superpoblados. En los últimos
años, en los TPO han aumentado el desempleo y la pobreza y se ha reducido la
renta disponible de las familias palestinas, que tienen que dedicar un porcentaje cada vez
mayor de sus ingresos a la compra de agua.
En Gaza, entre el 90 y el 95 por ciento del suministro de agua está contaminado y no es
apto para el consumo humano. Israel no permite llevar agua de Cisjordania allí, y el
único recurso hídrico que hay, el acuífero costero, cada vez más agotado debido a la
sobreexplotación, y contaminado por la


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La población palestina de los Territorios Palestinos Ocupados (TPO) no tiene acceso a un suministro
de agua adecuado y seguro. Este inveterado problema ha entorpecido mucho el desarrollo social
y económico de los TPO y negado a muchas comunidades su derecho a un adecuado nivel
de vida y a la alimentación, la salud y el trabajo. El consumo palestino de agua per cápita sigue
estando por debajo de los estándares internacionales aceptables para la protección de la salud
pública. La escasez crónica de agua afecta a aspectos cruciales de la vida, como la higiene,
las actividades agrícolas e industriales y la ganadería.
EL CONTROL DEL AGUA
EN LA CISJORDANIA OCUPADA
Israel determina la cantidad de agua que
los palestinos pueden extraer del acuífero
compartido, así como los lugares donde
pueden extraerla.
Israel controla la recogida de agua de
lluvia o manantial en la mayoría de
Cisjordania. El ejército israelí destruye a
menudo las cisternas de agua de lluvia.
Los palestinos no pueden excavar nuevos
pozos ni rehabilitar los antiguos sin
permiso de las autoridades israelíes. Tales
permisos suelen ser difíciles, cuando no
imposibles de conseguir. Es necesaria la
autorización israelí incluso para las
tuberías que conectan los pozos a las
ciudades y los pueblos palestinos.
El ejército israelí controla el acceso a las
carreteras que deben utilizar los camiones
cisterna para llevar agua a los pueblos
palestinos que no están conectados a la
red de suministro de agua. Muchas
carreteras están cerradas al tráfico
palestino o son de acceso restringido, lo
cual causa demoras u obliga a los
camiones cisterna a hacer grandes rodeos
que incrementan significativamente el
precio del agua.
Estas restricciones hacen que para los
palestinos resulte excesivamente difícil acceder
al agua y desarrollar y mantener la
infraestructura de suministro de agua y
saneamiento.
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filtración de aguas residuales y agua del mar,
es insuficiente para cubrir las necesidades
de la población. Las fuertes restricciones
impuestas por Israel a la entrada en Gaza
del material y el equipo necesarios para
desarrollar y reparar la infraestructura han
conducido a un notable deterioro de la
situación allí desde el punto de vista del
suministro de agua y el saneamiento.
Durante más de cuatro decenios de
ocupación, Israel ha sobreexplotado los
recursos hídricos y ha descuidado la
infraestructura de suministro de agua y
saneamiento en los TPO, a los que ha
utilizado como vertedero de residuos, con la
consiguiente contaminación de las aguas
subterráneas. Es preciso actuar
urgentemente para garantizar un suministro
de agua adecuado y justo a la población
palestina y evitar que empeore el deterioro
de los recursos y el medio ambiente.
Como Israel no cumple sus obligaciones
como potencia ocupante, la tarea de resolver
estos problemas ha recaído sobre donantes
internacionales y, tras su creación a
mediados de la década de 1990, sobre la
Dirección Palestina de Recursos Hídricos.
La Dirección Palestina de Recursos Hídricos
tiene muy poco control sobre el agua de
Cisjordania. Según los Acuerdos de Oslo,
sólo es responsable de gestionar una parte,
insuficiente, del suministro de agua. Israel
controla la cantidad de agua que los
palestinos pueden extraer del acuífero
compartido, al igual que las decisiones sobre
excavación y mejora de pozos y puesta en
marcha de otros proyectos relacionados con
el agua. Las actividades de la Dirección
Palestina de Recursos Hídricos están sujetas
a las restricciones impuestas por Israel y
dependen de la financiación de donantes
internacionales. Estas limitaciones,
agravadas por la mala gobernanza, la gestión
fragmentada y las divisiones internas de la
propia Dirección, contribuyen a que se
pierda la tercera parte del suministro de
agua debido a fugas. Los donantes por lo
general han sido reacios a sacar a la luz y
abordar eficazmente los obstáculos que
afectan a la realización de los proyectos
hídricos.
Como potencia que ocupa militarmente los TPO,
Israel debe cumplir en ellos el derecho
internacional humanitario y de los derechos
humanos. Aunque Israel lo cuestiona, la
comunidad internacional, incluidos todos los
organismos de derechos humanos de la ONU
pertinentes, ha afirmado reiteradamente que
Israel debe respetar en su actuación en los TPO el
derecho internacional humanitario y de los
derechos humanos, y le ha instado repetidas
veces a que cumpla con sus obligaciones.
Israel, como potencia ocupante, tiene unas
responsabilidades bien precisas respecto a los
derechos humanos de la población palestina,
incluido el derecho a un nivel de vida adecuado,
que incluye el derecho al agua y a la
alimentación, el derecho a la salud y el derecho
al trabajo. No sólo debe abstenerse de emprender
acciones que violen estos derechos, sino que
también debe proteger a la población palestina
frente a la injerencia de agentes privados en sus
derechos y tomar medidas deliberadas, concretas
y orientadas para garantizar la plena realización
de estos derechos.
Las órdenes militares por las que Israel se hizo
con el control de los recursos hídricos palestinos
en los TPO, dictadas por el ejército israelí poco
después de su ocupación de la zona (Orden
Militar 92 y Orden Militar 168 de junio y
noviembre de 1967, respectivamente, y Orden
Militar 291 de diciembre de 1968) siguen hoy en
vigor.
Los Acuerdos de Oslo de 1993 no modificaron la
condición jurídica de los TPO, que continúan bajo
la ocupación y el control de hecho de Israel. Los
Acuerdos disponen específicamente: “La cuestión
de la propiedad del agua y la infraestructura de
saneamiento relacionada en Cisjordania se
abordará en las negociaciones sobre el estatuto
permanente” (artículo 40). Las negociaciones
sobre el estatuto permanente, que se fijaron para
finales de la década de 1990, aún no se han
llevado a cabo.
OBLIGACIONES DE ISRAEL SEGÚN EL DERECHO INTERNACIONAL
Derecha: Una mujer palestina lava la ropa al
aire libre en Samua, en el sur de la Cisjordania
ocupada, con agua de una cisterna, ya que su
casa no tiene agua corriente.
Portada: Habitantes de Jan Yunis, en la Franja
de Gaza, recogen agua potable en una planta
purificadora. Aproximadamente el 90 por
ciento del agua disponible en Gaza está
contaminada y no es potable.
© Shabtai Gold/IRIN
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JURISDICCIÓN TERRITORIAL
SEGÚN LOS ACUERDOS DE OSLO
Los Acuerdos de Oslo dividieron Cisjordania en
zonas (A, B y C). En las zonas A y B, el ejército
israelí devolvió a la Autoridad Palestina la
responsabilidad sobre los asuntos civiles, es decir,
la provisión de servicios a la población. Entre las
dos, estas zonas tienen alrededor del 95 por ciento
de la población palestina de Cisjordania, pero sólo
el 40 por ciento del territorio.
En la zona C, el ejército israelí conserva plena
jurisdicción sobre todos los asuntos. Esta zona
comprende el 60 por ciento de Cisjordania,
incluidas todas las reservas de tierras y el acceso
a los recursos hídricos, así como las principales
carreteras. Las zonas A y B no son contiguas, sino
que están fragmentadas en enclaves rodeados
por asentamientos israelíes, por carreteras de
colonos y por la zona C. Por tanto, la prestación de
servicios en las zonas A y B requiere pasar por la
zona C.
Esta disposición ha impedido el desarrollo de una
infraestructura eficiente de suministro de agua y
saneamiento. La mayoría de los palestinos viven
en las zonas A y B, pero la infraestructura que les
da servicio está situada en la zona C o pasa por
ella. La circulación de los palestinos por la zona C
está restringida o prohibida, y el ejército israelí
rara vez permite realizar en ella actividades de
construcción o desarrollo.
© Tomaz Kramberger
© Amnistía Internacional
ACUÍFEROS
EN ISRAEL/TPO
CISJORDANIA: TRAZADO DE LA VALLA/MURO
LEYENDA:
Valla/muro
Valla/muro
en construcción
Línea verde
Pueblo/ciudad
palestino
Asentamiento israelí
Área militar cerrada
israelí
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LA NEGACIÓN DEL AGUA
COMO MÉTODO DE EXPULSIÓN
No debe negarse a ningún hogar
el derecho al agua por la
situación de su vivienda o de la
tierra en que se encuentra.
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la
ONU, Observación general número 15, El derecho al agua
El 4 de junio de 2009, el ejército israelí
destruyó las viviendas y los corrales para el
ganado de 18 familias palestinas en Ras al
Ahmar, aldea de la zona del valle del Jordán
en Cisjordania. La operación afectó a más
130 personas, muchas de ellas menores.
Los soldados confiscaron la cisterna, el
tractor y el remolque utilizado por los
habitantes para proveerse de agua y los
dejaron sin techo bajo el que guarecerse ni
agua en las fechas más calurosas del año.
Este ha sido el último de muchos incidentes
similares que han afectado a comunidades
palestinas de la zona. El 28 de julio de 2007,
los soldados de un control militar israelí
confiscaron el tractor y la cisterna de Ahmad
Abdallah Bani Odeh, habitante de la cercana
aldea de Humsa, que se dirigía al manantial
de ‘Ain Shibli a aprovisionarse de agua para
su comunidad. Los soldados dijeron a los
habitantes de la aldea que, para recuperar
los vehículos, tendrían que firmar un
documento comprometiéndose a irse de la
zona para siempre, y pagar una multa de
4.500 shekels (unos 1.000 dólares
estadounidenses), suma muy por encima de
las posibilidades de personas que viven con
menos de dos dólares diarios. Los aldeanos
al final recuperaron el tractor y la cisterna,
tras trasladarse a otra zona y pagar una
multa menos cuantiosa.
Un oficial del ejército israelí dijo a Amnistía
Internacional que habían confiscado la
cisterna y el tractor porque gracias a ellos los
aldeanos podían seguir en una zona que el
ejército había declarado “zona militar
cerrada”. Pocos días después, los militares
les confiscaron el otro tractor que tenían.
En los últimos años, a los habitantes de
Humsa, Hadidiya, Ras al Ahmar y otras
zonas palestinas del valle del Jordán les han
destruido reiteradamente las viviendas y
confiscado las cisternas. Ellos han vuelto a
levantar cada vez sus hogares, consistentes
en tiendas y simples chozas hechas con
láminas metálicas y plásticas. Dada su
determinación de seguir en sus tierras a
pesar de las durísimas condiciones de vida,
el ejército israelí les ha restringido cada vez
más el acceso al agua para obligarlos a
abandonar la zona.
Aunque hay grandes pozos en las cercanías,
son para uso exclusivo de los colonos
israelíes de los asentamientos de Ro’i,
Beka’ot y Hamdat. Para conseguir agua, la
población palestina que vive en la zona debe
desplazarse hasta 20 kilómetros y comprarla
en pequeñas cantidades.
En los últimos años, el ejército israelí ha
cavado zanjas que impiden el paso entre los
pueblos y las zonas circundantes. También
ha instalado puestos de control en las
principales carreteras, donde el paso de los
palestinos está muy restringido. Debido a
estas restricciones, a la población palestina
de la zona cada vez le resulta más difícil y
caro acceder a fuentes de agua: tienen que
dar grandes rodeos y a menudo esperar en
los puestos de control, donde se arriesgan a
que les confisquen sus cisternas.
En Hadidiya, In’am Bisharat, madre de siete
hijos, dijo a Amnistía Internacional:
Vivimos en condiciones durísimas, sin agua,
electricidad ni servicios. La falta de agua es
el mayor problema. Los hombres pasan la
mayor parte del día [yendo a] conseguir
agua y no siempre la traen. Pero no tenemos
más remedio que hacerlo. Necesitamos un
poco de agua para sobrevivir y que no se
nos mueran las ovejas. Sin agua no hay vida.
El ejército [israelí] nos ha aislado
completamente [...] No hemos elegido vivir
así; a nosotros también nos gustaría tener
bonitas casas, jardines y granjas, pero estos
privilegios son sólo para los colonos israelíes
[...] Ni siquiera nos permiten tener servicios
básicos.
Abajo: Los asentamientos israelíes del territorio
ocupado del valle del Jordán desperdician agua
con el riego por aspersión al sol del mediodía,
mientras los pueblos palestinos vecinos a duras
penas consiguen agua para beber y para otras
necesidades básicas.
Abajo derecha: Unos niños y niñas de Humsa
(antes Hadidiya), en el valle del Jordán, juegan
junto a sus casas, en peligro de ser demolidas
por Israel.
© Amnistía Internacional
© Amnistía Internacional
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EL AGUA ES UN DERECHO HUMANO
Debido a las severas restricciones del acceso
al agua, los lugareños no pueden cultivar la
tierra, ni siquiera pequeñas cantidades de
alimentos para su consumo personal o para
forraje, y se han visto obligados a reducir el
tamaño de sus rebaños.
Históricamente, los habitantes de los
pueblos palestinos del valle del Jordán han
vivido de la agricultura, la cría de cabras y
ovejas y la venta de la leche y el queso que
producían. En los últimos años, la falta de
agua les ha hecho imposible cultivar la
tierra, normalmente fértil, y sólo les permite
criar unos cuantos animales, que ahora son
su único medio de vida. Esta escasez de
agua ya ha obligado a muchos a dejar la
zona, y la supervivencia de las comunidades
está cada vez más amenazada.
En cambio, los asentamientos israelíes
establecidos en territorio palestino ocupado
violando el derecho internacional tienen
acceso ilimitado al agua para regar grandes
extensiones de tierra de cultivo. La
agricultura de regadío es la principal
actividad económica de los asentamientos
israelíes de Cisjordania, y la mayoría de la
producción se exporta. Las verdes
extensiones de terreno de los asentamientos
israelíes ilegales junto a los resecos pueblos
palestinos son un magnífico ejemplo de la
política discriminatoria de Israel hacia la
población palestina de los TPO.
Mientras los habitantes de los pueblos
palestinos luchan diariamente por conseguir
el agua necesaria para cubrir sus
necesidades básicas, en los asentamientos
israelíes cercanos los aspersores riegan los
campos al sol de mediodía, cuando más
agua se desperdicia, ya que se evapora
antes siquiera de llegar al suelo.
PROHIBIDO RECOGER
AGUA DE LLUVIA
Las comunidades rurales a las que no llega
la red de suministro de agua dependen de la
recogida de agua de lluvia para cubrir sus
necesidades domésticas y agrícolas. Según
Las cisternas de agua de lluvia se utilizan en la
región desde hace siglos. La mayoría son
pequeñas, con una capacidad media de 50 m3.
Construidas según la antigua tradición
nabatea, son estructuras circulares o
cuadradas, cavadas en la tierra y revestidas de
piedra o cemento para que el agua no se filtre,
que se mantienen cerradas cuando no se
utilizan para evitar la evaporación y la
contaminación. Durante la temporada de lluvias
el agua de lluvia se recoge en las cisternas y se
almacena en ellas para utilizarla en la
temporada seca.
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© Shabtai Gold/IRIN
la abundancia de precipitaciones de cada
año, el agua recogida durante la estación de
lluvias en las cisternas subterráneas puede
suponer para las familias el suministro de
varios meses. Cuando se acaba esta reserva,
compran el agua de camiones cisterna y la
almacenan en sus cisternas.
El 15 de enero de 2008, las fuerzas israelíes
demolieron nueve cisternas de agua de lluvia
cerca del pueblo de Beit Ula, en el noroeste
de Hebrón. Las cisternas habían sido
construidas en junio de 2006 como parte de
un proyecto agrícola para mejorar la
seguridad alimentaria, y pertenecían a nueve
familias. Se trataba de un proyecto
financiado por la Unión Europea a través de
dos organizaciones no gubernamentales
locales, los Comités Palestinos de Ayuda a la
Agricultura y el Grupo Hidrológico Palestino.
En el marco del proyecto, se escalonó el
terreno en el tradicional sistema de terrazas,
en las que se plantaron 3.200 árboles
(olivos, almendros, limoneros e higueras).
Las cisternas eran parte fundamental del
proyecto, ya que cada una de ellas
proporcionaba agua a una parcela de 10-12
dunams (1-1,2 hectáreas). Los agricultores
habían contribuido a sufragar una
importante parte del coste global del
proyecto.
Uno de los agricultores, Mahmoud al-‘Adam,
dijo a Amnistía Internacional:
Habíamos invertido mucho dinero y
trabajado muy duro en este proyecto. La
tierra es buena y el proyecto era estupendo.
Pensamos mucho cuál sería la mejor forma
de colocar las terrazas, construir las
cisternas y utilizar la tierra, y plantamos
árboles que necesitan poca agua [...]
Aunque este año no hubiera llovido lo
suficiente para llenar las cisternas, el agua
recogida habría servido para los árboles
jóvenes, que estaban creciendo bien [...]
Pero [el ejército israelí] lo destruyó todo [...]
Subieron y bajaron con la excavadora varias
veces y lo arrancaron todo. Me duele mucho
ver la destrucción cada vez que vengo aquí.
Todo aquello por lo que trabajamos ha
desaparecido. ¿Por qué nos han hecho esto?
¿Qué consiguen con ello?
Arriba izquierda: Pastores del pueblo de Umm
al Jeir, en el sur de la Cisjordania ocupada. Las
comunidades dedicadas al pastoreo no tienen
agua corriente, por lo que dependen del agua
de lluvia almacenada en cisternas como ésta,
que a menudo son destruidas por el ejército
israelí.
Arriba: El agua, preciado bien en la Cisjordania
ocupada, ha quedado contaminada e inservible
tras destruir el ejército israelí una cisterna de
agua de lluvia en un pueblo palestino con el
pretexto de que había sido construida sin
permiso. A los palestinos rara vez se les
conceden permisos para proyectos hídricos.
COMUNIDADES VULNERABLES
EN PELIGRO: LOS MONTES
DEL SUR DE HEBRÓN
Los habitantes de los pueblos palestinos de
los montes del sur de Hebrón se ganan su
sustento principalmente gracias a la cría de
ovejas y cabras. En los últimos años sufren
cada vez más los efectos de una prolongada
sequía, que ha reducido tanto el suministro
de agua que pueden recoger durante la
temporada de lluvias como la cosecha de
plantas forrajeras y los pastos. Las
restricciones cada vez mayores que el
ejército israelí impone a su acceso al agua y
a los pastizales han agravado su situación.
En el pueblo palestino de Susya, la mayoría
de las cisternas de agua fueron demolidas
por el ejército israelí en 1999 y 2001, junto
con decenas de viviendas. El resto de las
cisternas e incluso un retrete tienen órdenes
de demolición pendientes.
Las cisternas, algunas de ellas de siglos de
antigüedad, fueron voladas con explosivos o
aplastadas con excavadoras y después
rellenas de grava y cemento, haciendo
imposible su reparación. Unos paneles
solares para calentar el agua que habían sido
donados al pueblo fueron hechos pedazos.
El agua es vida; sin ella no
podemos vivir, ni nosotros, ni los
animales ni las plantas. Antes
teníamos algo de agua, pero
desde que el ejército lo destruyó
todo, tenemos que traerla de
muy lejos; es muy difícil y cuesta
caro. Nos hacen la vida
imposible, para que nos
vayamos.
Declaraciones de Fatima al-Nawajah, habitante de Susya, a
Amnistía Internacional.
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© Amnistía © Amnistía Internacional Internacional
UN DEPÓSITO DE AGUA VACÍO PARA LOS PALESTINOS...
Arriba: Depósito de agua vacío en Yiftlik,
pueblo palestino del territorio ocupado del valle
del Jordán, cuyos habitantes viven de la
agricultura pero cada vez tienen más
restringido el acceso al agua.
Abajo: Retrete del pueblo palestino de Susya,
en la Cisjordania ocupada, sobre el que pesa
una orden de demolición del ejército israelí.
Derecha: Colonos israelíes disfrutan de la
piscina en el asentamiento de Maaleh Adumim,
establecido ilegalmente en la Cisjordania
ocupada violando el derecho internacional.
Oficialmente, como en otros casos, las
estructuras fueron demolidas porque no
tenían permiso, algo que el ejército israelí
deniega sistemáticamente a los palestinos de
la zona. El objetivo era expulsar a los
habitantes del pueblo a fin de ampliar el
asentamiento israelí de Sussia.
La expansión de Sussia en la década de
1990 coincidió con un aumento del
hostigamiento de las comunidades
palestinas por los colonos y los esfuerzos
del ejército por expulsarlos. Desde que el
ejército israelí destruyera la mayoría de
sus cuevas –estructuras históricas con
miles de años de antigüedad–, los
palestinos viven en tiendas y chozas bajo
el peligro constante de que los obliguen
a irse de la zona. Más de la mitad de los
lugareños ya se han visto obligados a
irse, muchos tras la destrucción de las
cisternas de agua en 1999 y 2001 y
otros tras las restricciones del acceso al
agua y las tierras impuestas desde
entonces.
Estoy sentado aquí sosteniendo en mis
manos puntas de metal utilizadas hoy por los
colonos israelíes para sabotear un camión
que llevaba agua [suministrada por la
organización internacional de ayuda Oxfam]
al cercano pueblo palestino de Susya. Toda
esta zona está afectada por una grave sequía
y el agua traída por Oxfam es indispensable.
Colocaron decenas de puntas a lo largo de la
carretera antes de la llegada prevista del
camión de agua, que quedó inutilizado, con
tres ruedas pinchadas [...] El conductor
pudo suministrar el agua, aunque con
retraso.
Joel Gulledge, de los Equipos Cristianos de Acción por la Paz,
12 de septiembre de 2006
DISPAROS A LOS TANQUES
DE AGUA PARA HACER
“PRÁCTICAS DE TIRO”
La mayoría de las casas palestinas de los
TPO tienen tanques de agua en el tejado
para hacer frente a la perenne falta de ésta.
Los soldados israelíes a menudo los utilizan
como blanco.
Mis amigos paracaidistas me decían que se
tienden en los tejados de Nablús y disparan
a los tanques de agua para ver cómo
estallan.
Grado: Sargento primero. Unidad: “Sting”
Al preguntársele por qué se dispara a los
tanques de agua de los tejados en todos los
TPO, un soldado que estuvo destinado allí
dijo a Amnistía Internacional:
Los tanques de agua son buenos para hacer
prácticas de tiro; están por todas partes y
tienen el tamaño adecuado para apuntar y
calibrar el arma, calmar tu frustración, darles
una lección a los niños del barrio que te tiran
piedras sin que puedas atraparlos o
simplemente romper la monotonía de una
guardia.
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© Angela Godfrey-Goldstein
...UNA PISCINA LLENA PARA LOS COLONOS ISRAELÍES
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EL AGUA ES UN DERECHO HUMANO
DESTRUCCIÓN
DE LA INFRAESTRUCTURA
HÍDRICA
Durante los 22 días que duró la ofensiva del
ejército israelí de diciembre de 2008 y enero
de 2009, la operación “Plomo Fundido”, los
ataques israelíes causaron daños por valor
de 6 millones de dólares estadounidenses en
la infraestructura de suministro de agua y
saneamiento de Gaza. Cuatro depósitos de
agua, 11 pozos y varias redes de
alcantarillado y estaciones de bombeo
resultaron dañados, y los tanques y
excavadoras israelíes dañaron o destrozaron
20.000 metros de cañerías de agua. Los
daños en las plantas de tratamiento de
aguas residuales del norte y el centro de
Gaza hicieron que los residuos sin tratar
inundaran más de un kilómetro cuadrado de
tierras agrícolas y de viviendas, destruyendo
cultivos y generando riesgos para la salud.
En abril de 2009, la Oficina de Coordinación
de Asuntos Humanitarios de la ONU informó
de que los resultados de los análisis de agua
conocidos en marzo mostraban que un 14
por ciento de las muestras de agua tomadas
en febrero de ese año estaban
contaminadas, y expresó su preocupación
por la contaminación del agua causada por
munición tóxica, como el fósforo blanco.
Los actos de destrucción y daño de la
infraestructura hídrica han sido habituales
en las operaciones del ejército israelí en los
TPO en los últimos años. En una incursión
realizada a finales de enero y principios de
febrero de 2003 las fuerzas israelíes
destruyeron dos pozos públicos que
proporcionaban agua potable a la mitad de
los 120.000 habitantes de Rafah, la ciudad
más pobre de Gaza, situada en el extremo
meridional del territorio.
Estos fueron dos de los 102 pozos destruidos
por el ejército israelí en la Franja de Gaza en
menos de un año, entre el 1 de julio de 2002
y el 31 de marzo de 2003. La población tuvo
que recurrir a fuentes de agua alternativas, y
a menudo insalubres, como pozos para uso
agrícola, no previstos para el suministro de
agua potable y por tanto no controlados ni
clorados adecuadamente por las autoridades
competentes.
En un informe de evaluación de las
necesidades tras las incursiones de mayo de
2004, los organismos de ayuda de la ONU
señalaron:
Tras las incursiones de mayo, la salud
pública ha degenerado a consecuencia de
los daños en las redes de agua y
alcantarillado y del hacinamiento en las
instalaciones. La clínica del Ministerio de
Salud en Tal es Sultan informó de que, entre
el 1 y el 17 de mayo, acudieron a sus
instalaciones 848 niños a causa de diversos
trastornos, como diarrea y enfermedades
cutáneas [...] Entre el 22 y el 31 de mayo,
[...] el número de niños ascendió a 1.363,
151 al día.
Los ataques de represalia y otros ataques
deliberados de las fuerzas israelíes contra
instalaciones e infraestructuras hídricas de
los TPO y contra centrales eléctricas y otras
instalaciones que afectan directamente al
suministro y la calidad del agua violan el
derecho internacional humanitario.
SEDIENTOS DE JUSTICIA
RESTRICCIÓN DEL ACCESO DE LA POBLACIÓN PALESTINA AL AGUA






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Arriba izquierda: Instalaciones para el
tratamiento de aguas residuales del norte de
Gaza bombardeadas en un ataque de Israel en
diciembre de 2008-enero de 2009.
Arriba derecha arriba: Pozo y bomba de agua
en el barrio de Zaytoun de la ciudad de Gaza
destruidos por un ataque israelí en enero de
2009.
Arriba derecha abajo: La saturación de las
infraestructuras de Gaza obliga a verter
diariamente al Mediterráneo gran cantidad de
aguas residuales. El bloqueo israelí del
territorio impide la importación de materiales y
equipos imprescindibles para la construcción y
el mantenimiento de la infraestructura de
suministro de agua y saneamiento.
© Amnistía Internacional © Amnistía Internacional
© Amnistía Internacional
Índice: MDE 15/028/2009 Amnistía Internacional, octubre de 2009
EL AGUA ES UN DERECHO HUMANO
SEDIENTOS DE JUSTICIA
RESTRICCIÓN DEL ACCESO DE LA POBLACIÓN PALESTINA AL AGUA
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© Keren Manor/Activestills.org
EL BLOQUEO IMPIDE
LAS REPARACIONES
Y LA RECONSTRUCCIÓN
El deterioro y el colapso de las instalaciones
hídricas y sanitarias de Gaza agravan la ya
grave y prolongada negación de la dignidad
humana en la Franja de Gaza. En el meollo
de la crisis está el marcado declive del nivel
de vida de los habitantes de Gaza,
caracterizado por el deterioro de sus medios
de vida, la destrucción y la degradación de
las infraestructuras básicas y un profundo
deterioro de la prestación y la calidad de
servicios de vital importancia en el ámbito de
la salud, el agua y el saneamiento.
Maxwell Gaylard, coordinador de asuntos humanitarios de la
ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, 3 de
septiembre de 2009
En Gaza, entre el 90 y el 95 por ciento del
agua del acuífero costero está contaminada
y es inservible para el consumo humano
debido a la filtración de aguas residuales y
agua del mar. El bloqueo de Gaza impuesto
por Israel impide que entren en el territorio
materiales que se necesitan
desesperadamente para la construcción y
reparación de instalaciones de suministro de
agua y tratamiento de aguas residuales. La
consecuencia es que estas instalaciones,
que ya están en terribles condiciones tras
decenios de desatención, siguen
deteriorándose.
Las restricciones impuestas a la entrada de
combustibles industriales y productos
químicos en Gaza han obstaculizado aún
más el funcionamiento de las plantas de
tratamiento de aguas residuales, pozos y
plantas de desalinización.
Debido a la falta de capacidad de las plantas
de tratamiento de aguas residuales de Gaza,
aproximadamente la mitad de estas aguas
(unos 70.000 m3 diarios) van a parar al mar
sin tratar, contaminando la costa y las
reservas pesqueras, que representan una
parte importante del sustento de los
habitantes de Gaza.
La magnitud del problema se puso de
manifiesto el 27 de marzo de 2007, cuando
se desbordó un depósito de recogida de
aguas residuales en la planta de tratamiento
del norte de Gaza, inundando la cercana
población beduina de Um al Nasser. Cinco
personas murieron y cientos quedaron sin
hogar.
Según informó el Banco Mundial,
En noviembre de 2008, la mayoría de los
pozos de agua estaban parados por falta de
repuestos, y otros funcionaban a la mitad de
su capacidad. Los cortes de electricidad y la
falta de combustible para los generadores
habían afectado al sistema de distribución y
bombeo del agua a los depósitos de los
hogares. El servicio se había quedado sin
cloro, producto químico indispensable para
garantizar la desinfección del agua. La
planta de desalinización de Jan Yunis tiene
una capacidad de 90 m3/hr, que, debido a la
falta de recambios y productos químicos, se
había reducido a 30 m3 [...] Como
consecuencia de todo ello, en ese momento
más del 50 por ciento de los hogares no
disponía de agua corriente, y algunos
llevaban más de 10 días sin agua.
A pesar de que Israel prometió que
permitiría la entrada en Gaza de estos
materiales tan necesarios para el sector del
suministro de agua y el saneamiento, se ha
avanzado muy poco.
Arriba: Niños palestinos juegan junto a un
remolque cisterna que suministra agua a sus
hogares, sin agua corriente, en junio de
2007. Al fondo, el asentamiento israelí de
Ma'aleh Adumim, que goza de todos los
servicios, incluida abundante agua.
RECOMENDACIONES
Amnistía Internacional pide a las
autoridades israelíes que resuelvan
urgentemente la acuciante necesidad de
seguridad hídrica en los TPO, ocasionada
por sus violaciones de los derechos
humanos de la población palestina. Las
autoridades israelíes deben tomar de
inmediato las siguientes medidas:
Levantar las actuales restricciones que
niegan a los palestinos de los TPO
acceso a suficiente agua para cubrir sus
necesidades personales y domésticas, así
como el disfrute de su derecho al agua,
la alimentación, la salud, el trabajo y un
nivel de vida adecuado.
Terminar con las políticas y las prácticas
que discriminan a la población palestina
y otorgan privilegios a los colonos
israelíes respecto al acceso al agua en
los TPO.
Revocar todas las órdenes de demolición
pendientes y prohibir las demoliciones
de instalaciones hídricas en la zona C de
Cisjordania.
Levantar el bloqueo de Gaza y permitir la
entrada inmediata de repuestos y
materiales y equipos de construcción y
de otro tipo necesarios para la
reparación, la reconstrucción y el
mantenimiento de la infraestructura de
suministro de agua y de saneamiento del
territorio.
Amnistía Internacional pide a la Dirección
Palestina de Recursos Hídricos que
Tome medidas para maximizar los
recursos hídricos existentes, dando
prioridad a las destinadas a reducir las
pérdidas hídricas inaceptablemente
altas y estableciendo mecanismos que
garanticen que toda el agua servida a los
consumidores, bien a través de las redes
controladas por la Dirección Palestina de
Recursos Hídricos o a través de cisternas
ambulantes, es segura y se ajusta a las
normas de la OMS.
Amnistía Internacional pide a los donantes
internacionales que
Tomen medidas para mejorar la
coordinación entre donantes y reforzar
la vigilancia de la ejecución de los
proyectos a fin de maximizar los
recursos existentes y la utilidad de los
proyectos individuales; y que garanticen
una información transparente sobre las
injerencias que retrasen o impidan la
ejecución de los proyectos de
suministro de agua y saneamiento.
W W W. D E M A N D D I G N I T Y . O R G
EL AGUA ES
UN DERECHO HUMANO
© Iyad El Baba/UNICEF-oPt
Una niña palestina hace un alto en el camino mientras va a buscar agua potable en Gaza, donde más del 90 por ciento del agua disponible está
contaminada y no es apta para el consumo humano.
Amnistía Internacional es un movimiento mundial, formado por 2,2
millones de personas de más de 150 países y territorios, que hacen
campaña para acabar con los abusos graves contra los derechos humanos.
Nuestra visión es la de un mundo en el que todas las personas disfrutan de
todos los derechos humanos proclamados en la Declaración Universal de
Derechos Humanos y en otras normas internacionales de derechos humanos.
Somos independientes de todo gobierno, ideología política, interés
económico y credo religioso. Nuestro trabajo se financia en gran medida con
las contribuciones de nuestra membresía y con donativos.
Octubre de 2009
Índice: MDE 15/028/2009
Amnistía Internacional
Secretariado Internacional
Peter Benenson House, 1 Easton Street
London WC1X ODW, Reino Unido
Edición española a cargo de:
EDITORIAL AMNISTÍA INTERNACIONAL (EDAI)
Valderribas, 13.
28007 Madrid. España
www.amnesty.org/es

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